Entrevista a Gaspard UllielPor Adrián ÁlvarezHacía sol y hacía calor, y me disponía a ir a entrevistar a Gaspard Ulliel, el nuevo Hannibal del cine tras Brian Cox y Anthony Hopkins. No me podía creer la temperatura nada invernal, y las capas de abrigo con las que me protegí del inexistente enemigo del frío me estorbaban y me hacían sudar como un cerdo.No importaba, no del todo, al menos.
La película me gustó mucho, y ahora iba a entrevistar al actor: ¡aquel día se presentaba redondo!En fin, que fui hasta el hotel Villa Magna de Madrid, un palacio rectangular en el Paseo de la Castellana que desde lejos emite un fulgor áureo, apacible y elegante. Es el tipo de edificio que no te hace sentir pequeño, sino humilde y también insignificante; expresiones como “no tengo un euro pero me siento como si llevara un millón” se hacían inservibles en la puerta, porque el aura de lujo parece ennegrecer tu cartera.De hecho, la cosa era tan elitista que el mozo de la entrada, sí, ese que ves en la película llevando las maletas y dando la bienvenida al hotel, fue el que me indicó a dónde tenía que ir. Ya dentro, el oro y los tonos aúreos refulgían por todas partes. Dudando de si robar algún pomo de una puerta (con lo que podría vivir unos cuantos días sin preocupaciones), me metí a solas en un ascensor que apenas sonaba, pero que te recordaba con una molesta sacudida cada piso superado.Oh, y fue entonces, cuando llegué al último piso, que es donde se realizaba la entrevista, el momento en que empecé a ponerme nervioso. Más mozos me señalaron a donde ir, y empecé a preguntarme si los jefes se los guardan para cambiar las toallas de las habitaciones.
Y alcancé mi objetivo, una habitación espaciosa que no me voy a molestar en describir porque es fácil imaginarla: confortable; elegante; cara. Estaba sudando como un cerdo y sin saber si era debido al calor o a la vergüenza. Me recibió la representante de Aurum, Maria José, simpática y siempre sonriente, la cual estaba acompañada de un hombre bien vestido, que me hizo entrega de una tarjeta.
Puedes coger del buffet, si quieres – me dijo Maria José -. Ahora Gaspard está con otra mesa redonda, pero en seguida os tocará a vosotros. - Vale – balbuceé. A mi derecha, una mesa cubierta con vasos, bebidas, galletas y algún cubierto que supuse, también podría arreglarme la vida, parecía llamarme. Me autoexcluí de la invitación, quizá intimidado por el ambiente profesional de alrededor.
Unos cinco minutos después, salieron los entrevistadores, con una sonrisa en la cara, de una puerta situada en la diagonal con la mesa de Hansel y Gretel; al fondo, distinguí a Gaspard Ulliel y me tranquilicé un poco.
¿Qué tal es el chico? – me atreví a preguntar a uno de ellos.- Muy simpático. Agradable, normal… no va de divo.
Al fin, me invitaron a pasar. Estuvieron conmigo cuatro personas más, a las que no sonsaqué de dónde venían salvo una chica, que venía de una conocida revista de ciencia ficción y cine fantástico; por eso, en la entrevista las preguntas las formula Mesa Redonda.
Ulliel se sentaba enfrente, confiado, un poco cansado sí, pero optimista, junto a una mujer algo mayor que parecía su profesora particular y que resultó ser la traductora. Cada uno nos sentamos alrededor, pusimos nuestras grabadoras (en mi caso, grabadora de casete y MP3) y le avasallamos con preguntas.
MESA REDONDA: ¿Qué diferencia hay entre rodar una película francesa y una americana?
GASPARD ULLIEL: Más que nada, es el mismo trabajo pero con diferente horario. En Francia, que son más vagos, el tope de rodaje son ocho horas y en cambio en Estados Unidos o Inglaterra son doce. Además, en Francia el jefe es el director, y en
(viene la entrevista incompleta :( la buscare completa ¬¬ y la subo)
2 comentarios:
no conseguistes la entrevista completa??? se ve interesante
no la he encontrado :(
pero en cuanto la encuentre la subo
saludos!
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